Eres para mí. Me lo ha dicho el viento. Lo oigo todo el tiempo.
Y yo sé que tienes miedo y no es buen momento para ti y para esto que nos viene sucediendo.
Cae la piel rota dejando al descubierto la otra. Mi piel en silencio grita, sácame de aquí.
Oxígeno para respirar. Respirar de esta falta de ti. Respirar de esta ausencia de mí. Respirar para aliviar el dolor.
Hoy no lo habrá. No habrá abrazo. No habrá tu abrazo.
Cada uno en su universo siente su dolor como algo inmenso.
El amor nos da la vida y su ausencia nos mata un poco cada día.
Déjate llevar por las sensaciones. Que no ocupen en tu vida malas pasiones.
Esa pregunta que te haces sin responder.
Tú eres el que decide el camino a escoger.
Que tu futuro se formó a base de decisiones.
Y ahí estás tú. Tú. Y ahí estás tú. Tú.
Siempre que te pregunto que cuándo, cómo y dónde …
Tú siempre me respondes: Quizás, Quizás, Quizás.
Y así pasan los días. Y yo desesperando. Y tú, tú contestando: Quizás, quizás, quizás.
Estás perdiendo el tiempo pensando, pensando.
Por lo que más tú quieras… Hasta cuándo, hasta cuándo.
Volar, volar, volar, no vuelo. Volar, lo que se dice volar….No vuelo.
Pero, desde que cambié el palacio por el callejón. Desde que rompí todas las hojas del guión. Si quieres buscarme, mira para el cielo.
Solté las riendas y dejé pasar. No me ata nada aquí. No hay nada que guardar, así que cojo impulso y a volar.
Uno se despide insensiblemente de pequeñas cosas.
Al fin la tristeza es la muerte lenta de las simples cosas.
Esas cosas simples que quedan doliendo en el corazón.
Que el amor es simple y las cosas simples las devora el tiempo.
Anoche soñé contigo y no estaba durmiendo. Todo lo contrario. Estaba bien despierto. Soñé que no hacía falta hacer ningún esfuerzo para que te entregaras.
Qué lindo que es soñar. Soñar no cuesta nada. Qué lindo que es soñar con los ojos abiertos. Y no te cuesta nada, nada más que tiempo.
Qué hacer con tanta angustia por cosas no resueltas.
Soñé que no hacía falta hacer ningún esfuerzo.
Con toda palabra. Con toda sonrisa. Con toda mirada. Con toda caricia.
Esta vez no me será difícil el recuperar mi amor perdido y si me derrumbo entre las piedras será solo un hueco en mi destino.
¡Qué pena me da!
Qué pena me da los rostros cansados tan llenos de hielo. Y la soledad está encendida. Las manos inertes. Las vidas vacías. Qué pena me da cuando por la ventana se escapan los años y el sueño de ayer parece un extraño.
Vengas cuando vengas. Deja atrás el peso. Quema las maletas. Tira tu champú.
Hagas lo que hagas. Hazlo porque quieres. No pongo deberes y no paso lista.
No te me disfraces para la ocasión.
No te quiero retener. Si te da el punto y te vas, y aunque me veas mirar, baila como tú quieras bailar.
Vengas cuando vengas. Ven sin salvavidas. Sin paracaídas… y sin afeitar.
Digas lo que digas, dilo sin sedante. Fuerte y semblante. Lo puedo encajar.
Hagas lo que hagas, que sea sincero. Quizás sin peros y sin avalista.
Esta vez no me dará más miedo el bailar desnuda por los campos.
Secreto desnudo. Me entrego a tus brazos con miedo y con calma. Y un ruego en la boca y un ruego en el alma.
Con toda palabra. Con toda sonrisa. Con toda mirada. Con toda caricia. Me acerco al fuego.
Solté las riendas y dejé pasar. No hay nada que guardar. Así que cojo impulso y a volar.
Soñé que no hacía falta hacer ningún esfuerzo.
Y te propongo un nuevo juego: Haz la lista de lo «no establecido» con las letras cantadas robadas por mí… para ti.