Una vez recomencé a escribir con la letra de ‘Volver’ en la memoria. En ese entonces llevaba tres años sin juntar letras. En esa etapa renacía, decía entonces, de un cáncer. No era físico, no era químico, pero era un cáncer, un morir lentamente.
En este ahora ‘Vuelvo’ y, otra vez, vuelvo sintiendo un cáncer. Ahora es físico. Ahora me acompaña en las letras. Pero ahora que nos hemos presentado, lo acepto. Vamos teniendo conocimiento el uno del otro. Se acercó a mí lentito y bien escondidito, hasta que ya no pudo disimular su presencia.
Ahora andamos este y yo charlando. Él me revuelve las hormonas, me infla el estómago hasta llegar a lo más alto del abdomen, me hinca clavos en la espalda, me chupa la energía y me escacha el pecho, el izquierdo, el más fuerte.
Y yo le respondo con bailes, y le canto, y le pego imágenes de los míos en las paredes, y le sonrío y le respiro. Y no lo hago solita. En este nuevo cáncer, llevo guerreros. El muy tonto no tiene ni idea de que en cada batalla pierde la guerra.
Y le sorprendo porque le voy ganando terreno pasito a pasito, en el hoy de cada día, sin orden, sorprendiendo, a pesar de mi Toc.
Y va y aparecen aliados inesperados
En uno de los campos de enfrentamiento. Los dos preparaditos, con propias y diferentes armas portadas al hombro, van y aparecen aliados inesperados.
Andaba yo recostada, cargando en el cartucho la emoción y la respiración para darle una buena ráfaga de miedo, cuando aparece una pareja con boca tapada y bata blanca y se acerca al pequeño del campo de batalla vecino.
Hola amigo– le dice el bocatapada más bajito- A ti te venía a ver porque tú y yo en un poquito nos vamos de viaje. Pero, antes quería saber si a ti te gusta las agujas. No ¿Verdad? Pues que sepas que aquí a los niños no los pinchamos. Aquí les ponemos una escafandra de astronauta, porque es que tú y yo nos vamos a dar un viajecito por el espacio ¿Qué te parece? ¿Te apetece viajar conmigo al Universo?–
La trinchera de mi pequeño vecino estaba oculta por una cortina verde, pero supe que al amigo le apetecía ese viaje ¿A quién no? A mí me entró ganas de pasar de mi guerra y acompañarle. Casi le digo al bocatapada que yo quería ir con ellos, que me gustaba más su aventura.
Ahí le dejó. Ahí me dejó. Con la idea de que mi desconocido amigo iba a vivir un viaje único.
Al ratito vienen a visitarme a mí. Otros tres bocastapadas. El Miradahonesta y sus pupilos. Le sonrío. Le doy un papelito con una frase escrita regalada por mi música particular: ‘Vals número 1, opus 69 de Chopin’. Miradahonesta y Cía. recogen mi petición con tres sonrisas ocultas y dirigen su mirada al luchador de a mi vera. –¡Hola amigo! ¡Vaya! mira la visita que tenemos. ¡Qué honor que nos vengas a ver!– El niño le mira tranquilo y sin hablar le responde: «Es un placer. Está entretenido esto».
Y, al ratito, otra vez, se dirigen al carro de combate del vecino dos batas verdes, bocastapadas también. –Bueno, bueno, bueno. Tú me estabas esperando a mí ¿No?– Le dice ella mientras baja los barrotes del tanque –Porque, tú sabes qué vamos a hacer ahora. Tú y yo vamos a competir en una carrera de coches. Una de las buenas», continúa mientras desplaza con su ayudante el automóvil sin motor. «Y prepárate -le comenta por el pasillo- Porque hay baches y curvas‘.
Los tres desaparecen de mi vista. Al ratito oigo en un fondo sin imagen: «Burrun….burrun…..burrun……bur…..».
No paré de sonreír lágrimas hasta que me tocó el turno de irme a mi propio Universo… Con Chopin de compañía.
Hoy se lo dedico a los bocatapadas de batas verdes y blancas, al desconocido pequeño amigo y, siempre, a ‘Los míos’.