92 días en Nairobi: los niños de los sábados de Kibera

Comencemos primero por las correcciones,y es que resulta que entre los míos aquí en Nairobi ya me estoy formando una chistosa fama porque o cuento algunas historias con alguna pincelada novelesca –yo digo que es mi visión- o me invento los nombres de los sitios –como por ejemplo, al centro comercial Junction lo he bautizado Jackson. En fin, que la Misión de Guadalupe tampoco se llama de tal manera –pero es que me gusta-. En realidad, se denomina Catholic Church- Kibera, que son unos misioneros de Guadalupe, ubicados en Kibera. ¿Mejor, Marlene?
Eso sí, las historias que cuento son mías, así las interiorizo, las observo o las vivo, y así las interpreto. Ahí tranquilos.
Una de estas historias es mi experiencia con los niños de los sábados de Kibera. Ir los sábados por la mañana a Kibera se está convirtiendo en una costumbre que me encanta. No he ido muchos, pero cada uno de ellos vale la pena sólo por la experiencia que comparto con Marlene y con los niños del slam. Así que, el sexto día de la semana me despierto a las siete de la mañana, me quito mis anillos –los dos proceden de los dos grandes hombres de mi vida- me visto con lo que más antojo me da para ensuciarme bien y me doy un pequeño paseo hasta el Prestidge, donde quedo con Marlene para desayunar y después dirigirnos al slam que está justo a unas pocas calles detrás.
Estos pasos ya son un ritual, alguna vez nos acompañan un par de amigos; otra, vamos con Xochitl, tras su vuelta a Nairobi de algún lugar de Kenia. La mayoría de las veces marchamos por una calle principal –la que describí- y en otra ocasión fuimos por un lateral, por callejuelas pequeñitas, por el mismo corazón de Kibera, que muestra con más exactitud cómo está hecha esta mini-ciudad incrustada en Nairobi. El caso es que no puedo indicar con precisión por dónde voy, porque para mí es prácticamente imposible diferenciar las calles del inmenso laberinto de chatarra que es Kibera.
La labor de Marlene

Marlene lleva a cabo diferentes programas de desarrollo en la misión: “Integral Human Developmet Department”. Intenta proporcionar una pequeña formación a las mujeres para que tengan la posibilidad de desarrollar una profesión que les sustente. No es una tarea fácil porque la gente de Kibera, en general, no piensa en el futuro, sólo en la subsistencia del presente, por lo que la intención y la determinación de desarrollar algo a largo plazo no suele entrar en su cabeza. Aún así, Marlene consigue sus logros. Los proyectos que lleva a cabo en mi tiempo aquí y que yo conozco son: talleres de informática, talleres de costura y el programa de nutrición de los sábados para los niños.
Con todos tiene sus dificultades. Por ejemplo, creo que con el de informática le costaba encontrar un constante profesor local, aunque veo que ya marcha viento en popa.  El de costura, pues es difícil  llevarlo a cabo. Este profesor es serio y firme, pero las mujeres no tanto y además, a esto añádele que cada dos por tres se esfuma la electricidad. Así que las viejas máquinas de costura, todas dispuestas en una impecable hilera, se quedan ahí quietitas. El taller es interesante por cómo se ha planteado: se ofrece todas las mañanas del mes clases de costura a las mujeres de Kibera por 400 Khs (unos 4 euros) –se les cobra para que valoren la tarea- y cuando consiguen aprender y si siguen en el taller, se les paga por su trabajo. El tiempo que pasan en el taller hacen bolsos, toallas, carteras, o cuantos experimentos se le ocurra a Marlene, para venderlos con su tarjeta informativa añadida por una pequeña hilera de las características bolitas de colores: kibera CtkKenya. Cada vez que voy al taller engancho algún bolso, y ya tengo la lista mental de obsequios preparada para cuando nos marchemos de Nairobi.  Marlene ha puesto precios baratos, no tienes que gastar el esfuerzo de regatear y, además, comparto la causa.
Arte y Nutrición

El siguiente programa, en el que yo de alguna manera formo parte, es el de nutrición para niños. Una semana al mes vienen un grupo de médicos italianos a auscultar a los más pequeños y determinar las diferentes enfermedades que padecen. Una de ellas, puede que la más significativa, es la desnutrición. Así que se hace un seguimiento del crecimiento de los más pequeños y se proporciona algo de comida, mientras que a su vez se intenta concienciar a las madres para que aporten la dieta más rica posible a sus  pequeños.  El ritual consiste en que todos los sábados vengan las madres con sus niños a la misión -los más mayores vienen solitos- y como aliciente, en paralelo se organiza un taller de dibujos y manualidades para los peques.
Yo llegué a Kibera con el primer día de este programa. Los médicos analizaron a los niños y mientras, nosotros organizábamos el taller sin tener ni idea de cómo empezar. Vinieron como una veintena de niños de tres a once años, a horas descontroladas, iban y volvían, se sentaban con los ojos bien abiertos, las bocas muy cerradas y nos observaban como gesticulábamos. El primer día fue un divertidísimo disparate: gritando los colores, dibujando coches, flores y objetos sin identificar; detrás de los niños para quitarle los puñados de lápices que agarraban con fuerza; dirigiendo las manos de los más pequeños para que consiguiesen rayar las hojas; observando y captando los diferentes caracteres como el de la muda Cecilia, una niña rebelde, incomprendida, dolorosa- con el tiempo ahora dudamos de si es niña o niño. Ni eso podemos descubrir de Cecilia- y yo agarrando los pantaloncitos caídos de su hermano -el bebé del que me enamoré, el de la inmensa hernia-.
El primer sábado con los niños fue agotador y sumamente gratificante, pero también lleno de defectos, así que con los errores aprendidos en los siguientes sábados perfeccionamos la técnica. Marlene dispuso de un horario para llegar: madres y niños que no viniesen a las diez no eran atendidos, y yo apunté los nombres de los niños y sus edades para poder controlarlos mínimamente. Les ponemos una tarjetita con un alfiler en el pecho que indica su nombre y un dibujito, el que quieran. Siempre eligen una flor, un árbol o un sol. El problema de esto es que a veces me engañan y me dan otros nombres, o yo los apunto mal, o tienen un nombre cristiano y otro africano.  También hice tarjetitas para Marlene y para mí. Así, comienzo la mañana preguntado y señalando mi tarjeta: What’s my name? con el deseo de que algún día venga uno de los niños llamándome por mi nombre.
El día de las tarjetitas

El día de las tarjetitas estuve sola con los niños y más o menos pude controlarlos. Los mayores que me entienden mejor, a un lado; los pequeños, al otro. Una de las niñas grandes me traduce mi inglés al swahili para los pequeños que no hablan inglés y todos a dibujar sus animales favoritos. Terminamos con la llegada de Marlene que ya había hecho su tarea de medir y pesar, con  leones, jirafas, monos, sapos coloreados, mis tarjetitas de vuelta, con un  pequeño rezo en swahili y un divertido baile infantil.
Siguiente objetivo: hacer un móvil colgante de bolitas de colores

El siguiente sábado, Marlene sofisticó aún más la actividad. Compró pinturas, puso papel de periódico a remojar, recolectó palitos de madera y encontró muchas cajas para reciclar. Así que en esta ocasión vamos a hacer una tarea a medio plazo. Un móvil colgante de bolitas de colores. Cada niño hará sus bolitas de papel de periódico, pintará los palitos y hará su peculiar móvil. Todas sus cositas las metemos en la cajita con su nombre que, algún día, también adornaremos. En este primer sábado del móvil, hemos conseguido que hagan miles de bolitas, que pinten los palos de madera y que se enguarren de arriba abajo.  
Todos han escrito su nombre en su cajita: la tímida Jane, que sin palabras y a unos pasos detrás hace las bolitas aplicadamente; Charles-Cecilia, quién sabe, que nunca hace lo que se le pide, hasta que no se lo pides; la aplicada Annet, que se lo toma todo con mucha seriedad; Pamela, la pequeña líder con voz muy bajita; la linda Triza, que cada vez me sonríe más; la melancólica Ive, que el primer día creía que era un niño y que en este sábado descubrí por el vestidito que es una niña, que ahora coge confianza y cada vez se me acerca más; Daniel, Kevo, Simon, Tofina, Godievi; Vivian…
Ive ha escrito en su caja: Ive love Laura. Estuve a punto de llevarme la caja.
Este sábado, cuando he vuelto de Kibera me encuentro en casa a otro niño trasteando. Ahí me veo a Julio enredado con un coco, con velas y con un manojo de hilos para hacer una caja coco. Pues, nada, se me ocurre que las cajas cocos de Julio serían otra actividad estupenda para los niños de los sábados de Kibera. Y, es que ¿no me digan que no es linda?
Hoy llevo 92 días en Kenia. Julio, 98.

Hoy un beso muy especial a Conrado, Patricia y Virginia. Las tres personas que se han preocupado y pretenden ayudar a la adolescente de Kibera que necesita una operación urgente.

4 comentarios

  1. Me ha encantado el post. Se te ve bien rodeadada de peques. Quién necesita una operación? Yo no me he enterado Lauri, es que llevo una semana malita y apenas tengo ganas de nada. Cuéntame a ver de qué va la cirugía. es para operarse en España? (no es que yo vaya a operar a nadie, pero bueno sé de gente por el trabajo).Me encanta el coco tuneado, me recuerda a Barrio sésamo. Bssss. Leila

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  2. LAURA!!!COMO ME HA GUSTADO LEER EL BLOG, SI ESTUVIERA ALLI,IRIAMOS LAS DOS TODOS LOS SABADOS A KIBERA,QUE ENCANTO DE NIÑOS!!JULII!!ME ENCANTA EL COCO, QUE CHULO Y ORIGINAL!!QUIERO ESTAR ALLI CON VOSOTROS!!ME GUSTARIA HACER UN CHASQUIDO CON LOS DEDOS Y APARECER EN KENIA!!OS QUIERO!!

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  3. Ay!!!!!!!! que apenas estoy leyendo este, me encanto!que por cierto te puedo decir que me vas a regañar, este sabado olvide que regesaran la tarjeta con su nombre los niños ayayay!!! :(, la verdad es que eres muy necesaria!!! y los niños preguntaron por Laura… :D.Nos vemos pronto bonita!

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  4. Marlene Gamez ha dejado un nuevo comentario en su entrada \»92 días en Nairobi: los niños de los sábados de Ki…\»: Ay!!!!!!!! que apenas estoy leyendo este, me encanto!que por cierto te puedo decir que me vas a regañar, este sabado olvide que regesaran la tarjeta con su nombre los niños ayayay!!! :(, la verdad es que eres muy necesaria!!! y los niños preguntaron por Laura… :D.Nos vemos pronto bonita!

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